En toda mediación cabe distinguir unas características esenciales que podríamos definir como invariables, y otros rasgos o aspectos que pueden variar en función de determinadas circunstancias. La mayoría de los autores que se han ocupado de la mediación, coinciden en señalar como características esenciales, “las siguientes:

  • la mediación es un proceso o método de resolución de conflictos,
  • en el que las partes principales y/o sus representantes,
  • con la asistencia de un tercero imparcial, el mediador,
  •  consiguen por sí mismas, a través de la discusión y la negociación.
  •  adoptar acuerdos mutuamente satisfactorios para ambas partes. 

Pedro Carrulla enumera como rasgos variable de la negociación:

  • El grado de consenso alcanzado
  • La independencia y neutralidad del mediador
  • Alcance y naturaleza de las intervenciones del mediador
  • Responsabilidad del mediador hacia las partes
  • Grado de Confidencialidad del proceso
  • Alcance y naturaleza de los procedimientos y reglas seguidos
  • Modo en que los intereses y necesidades de las partes han sido tomados en cuenta.

Estos principios de voluntariedad5, igualdad6, neutralidad7 y confidencialidad8 se recogen de forma expresa en su regulación en nuestro país.

La mediación hemos de comprenderla como un proceso orientado a la ordenación de la situación conflictiva, que permita trabajar las discrepancias de forma racional y estructurada.

Los objetivos de este proceso son básicamente tres:

1.   Facilitar la ordenación y comprensión de la situación conflictiva.

2. Promover la legitimación mutua, la colaboración y el reconocimiento entre las partes.

3.  Potenciar la posibilidad de alcanzar puntos de consenso, compromisos y acuerdos entre ellas.